Un joven sospechoso

Un joven sospechoso

De vuelta de trabajar María, se cruza todos los días con el mismo joven que la mira. Cada día llega a casa un poco aturdida y su marido, Juan, le pregunta qué es lo que le ocurre porque percibe preocupación en su rostro. María le explica que no se fía de ese muchacho con el que todos los días se encuentra cuando vuelve a casa.

Un día su marido decide ir a buscarla y se cruzan con el joven que les mira a los dos. Juan se da cuenta de que, efectivamente, no es una persona de fiar y al día siguiente comenta en su oficina lo ocurrido. La oficina no está lejos de su casa y, curiosamente, algunos de sus compañeros de trabajo también se habían dado cuenta de que ese chico era extraño.

Durante la semana siguiente los compañeros de la oficina afirman que cada vez es más frecuente encontrárselo porque, incluso, quienes no lo habían visto nunca ahora comienzan a cruzarse con él. Todos se empiezan a inquietar cada vez más porque perciben que las miradas que les dirige el joven ahora son intimidatorias y se sienten indefensos.

Harto de todo uno de los compañeros de Juan decide hablar un día con el muchacho y decirle que deje de asustarles y le amenaza con llamar a la policía. El chico con un tono inquieto y extrañado pregunta qué ha ocurrido pero se encuentra con que ante las voces otras personas se han acercado y han formado un círculo a su alrededor. La gente le mira con gesto enfadado, le increpa y le amenaza para que se vaya. El joven no entiende nada y siente que está en peligro así que intenta escapar pero la gente está tan agolpada que tiene que empujar a varias personas para hacerse un hueco y escapar corriendo.

Al día siguiente en la oficina todos felicitan a la persona que hizo frente al muchacho porque consiguió ahuyentarlo. Tenían razón, era una persona peligrosa y estaban amenazados, de lo contrario, no se habría puesto tan agresivo, empujando a la gente ni habría huido a toda velocidad. Habría dado la cara y se habría explicado correctamente.

***

Ahora imagínate que todos los días pasas por la misma calle y te encuentras con las mismas personas. Unas personas te mirarán y otras no. Si cruzas tu mirada con alguien significa que ambos estáis mirando. La expresión que tengas en tu cara dependerá de lo que estés pensando, del día que hayas tenido, de la expresión que tenga la otra persona, etc. Si todos los días notas que te miran las mismas personas tendrás curiosidad y las seguirás mirando tú también en un intento de adivinar el motivo de su curiosidad. Si su expresión no es amigable es posible que incluso te molesten sus miradas.

¿Y si de repente alguien se te acercara y se dirigiera a ti dándote voces muy irritado?

¿Y si te encontraras rodeado de gente que cree que has hecho algo para merecer esas voces?

¿Te sentirías en peligro?

¿Cómo actuarías?

¿Cuál sería la razón de comportarte de una determinada forma?

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One Response so far.

  1. […] Os animo a reflexionar sobre este supuesto práctico para comprender cómo la profecía autocumplida puede llegar a ser algo muy sutil: http://psicobsm.com/2013/02/26/un-joven-sospechoso […]

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