Whatsapp: la inseguridad de la última conexión.
- 18
- February
- 2014
Whatsapp nos controla. ¿O tal vez somos nosotros quienes nos dejamos controlar por Whatsapp? Muchos pensarán que es una tontería porque Whatsapp es una aplicación, un programa para el móvil y podemos elegir si le hacemos caso o no, nadie nos obliga.
Sin embargo, a todos nos gusta relacionarnos con nuestros amigos, familiares y demás seres queridos. Los programas de mensajería instantánea, como Whatsapp, Hangouts, Line o Skype, nos permiten estar comunicados con todas las personas de nuestro alrededor a todas horas y de manera inmediata. A todos nos gusta tener avisos en el móvil porque eso significa que alguien se ha acordado de nosotros y, por tanto, que le importamos a alguien.
El hombre, como animal social que es, necesita gente a su alrededor, necesita sentirse acompañado pero no siempre tiene esa posibilidad y, por eso, inventa herramientas que le permitan sentirse menos solo.
Este empeño en evitar la soledad a toda costa hace que no aprendamos a tolerarla y que nos cause dependencia y temor. Dependencia tanto de las personas que nos rodean como de los instrumentos que creamos para no sentirnos solos. Y temor porque la dependencia va aumentando paulatinamente. Cada vez somos menos capaces de aguantar la soledad y nos causa más angustia la sola idea de no estar comunicados con otras personas.
Así, enviamos mensajes en cadena, creamos grupos para conversar, difundimos todo lo que estamos haciendo en cada momento con la foto puntual de cada paso que damos, etc. Todo con la intención de sentirnos aceptados y valorados.
Cuando lo que escribimos o compartimos son hechos excepcionales la atención suele ser máxima y la mayoría de la gente escribe algún Whatsapp dándonos ese reconocimiento. Entonces nos sentimos seguros, tranquilos y contentos. Pero no es común que ocurran cosas extraordinarias todos los días por lo que, muchas veces, nos gustaría comunicarnos y no sabemos qué escribir en Whatsapp para captar la atención.
Si intentamos comunicarnos con alguien es posible que no nos responda de inmediato. Es entonces cuando sale a relucir la inseguridad que llevamos dentro. La falta de respuesta inmediata nos crea ansiedad, nos hace sentir incómodos e inquietos. Esperamos segundos o minutos que parecen horas y no llegan las respuestas. Comprobamos si estamos conectados a internet por si el problema es nuestro. Después comprobamos que nos funciona Whatsapp, o el programa que utilicemos. Y, por último, miramos cuándo se conectaron por última vez como si ese dato nos fuera a dar la explicación absoluta de la ausencia de respuesta.
Si vemos que la hora es anterior a nuestro mensaje nos quedamos más tranquilos y esperamos, aunque seguimos con una cierto nerviosismo. Pero si vemos que la última conexión es después de nuestro mensaje entonces estamos perdidos. Se desata en nosotros un torrente de ideas negativas acerca de las otras personas. Comenzamos a pensar que no les importamos, que no quieren saber nada de nosotros, que les molestamos, que están demasiado ocupados pasándoselo bien con otra compañía y no nos necesitan, etc. Y si se trata del otro miembro de la pareja los celos nos invaden y somos capaces de inventar auténticas historias de infidelidad que nos creemos a pies juntillas.
El resultado de esta situación es el conflicto y una mayor inseguridad. Quienes reciben los reproches se sentirán controlados e invadidos en su intimidad y se pondrán a la defensiva por sentirse espiados y en la obligación de dar explicaciones. No obstante, si consideran que una amistad o una relación no deben terminar por una pelea a causa de Whatsapp tomarán medidas para eludir el espionaje.
Cada vez que quieran utilizar la mensajería instantánea se lo pensarán por miedo a que descubran cuándo se conectaron. Así se demorará la última conexión o se inventarán tretas para conectarse sin ser vistos.
Al final, se crea la sensación de inseguridad y de control alrededor de estas herramientas por no poder hacer nada sin ser descubiertos. Cada movimiento que hacemos sabemos que alguien lo ve y que puede conllevarnos un conflicto y, sin embargo, no podemos dejar de usar Whatsapp para estar conectados en cualquier momento.
No podemos dejar que nadie controle nuestra vida ni nuestro tiempo ni, tampoco, podemos exigir a nadie atención plena hacia nosotros. Aprendiendo a tolerar la soledad y el aburrimiento seremos capaces de sentirnos más seguros y podremos ocuparnos de hacer actividades que nos gustan y disfrutarlas solos, sin necesidad de compartir nuestra vida constantemente.
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